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• Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
• Ensayistas.org - Ignacio Ellacuría (1930-1989)

Semblanza de Ignacio Ellacuría por José Mora Galiana

Filósofo y teólogo vasco, de nacionalidad salvadoreña, vinculado a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, de los jesuitas, de la que fue Rector de 1979 a 1989. Su libro Teología política, publicado por el Secretariado Social del Arzobispado de San Salvador en 1973, produjo un fuerte impacto… Su última aportación también fue teológica: Utopía y profetismo en América Latina (1989). Sin embargo, dejó un importante archivo de documentos y trabajos filosóficos, análisis políticos, cursos, etc., además de sus trabajos teológicos… y alguna correspondencia significativa.

En este punto no hay que olvidar que, en la UCA comenzó dando clases de Filosofía en 1967, dos años después de defender su tesis doctoral en la Complutense sobre la principialidad de la Esencia der X. Zubiri, su maestro, con quien mantendría una colaboración permanente hasta el punto de ultimar algunas de sus mejores obras publicadas.

No obstante, al igual que en sus estudios teológicos en Innsbruck, donde fue ordenado sacerdote, el 26 de julio de 1961, pudo centrarse en la pura investigación sobre los temas de Dios y la historia, tampoco en Filosofía se limitó al trabajo intelectual especulativo.

En efecto, ya en su tesis doctoral, en una y otra vertiente, de filósofo post-orteguiano y filósofo teologal post-Zubiri, dejó sentada la base de la “principialidad de la realidad”, estructuralmente compleja, dinámica y evolutiva en el devenir histórico. Y, además, posteriormente, al participar en los trabajos de la Teología de la Liberación, una de sus preocupaciones fue la fundamentación filosófica y el método de análisis de la realidad histórica, desde el compromiso con la propia realidad latinoamericana.

Antes de ser asesinado, junto con los demás mártires de la UCA el 16de noviembre de 1989, nos dejó un manuscrito prácticamente terminado de cuya publicación se encargó el profesor Antonio González y que lleva por título Filosofía de la realidad histórica (1990). En esa obra de madurez, inconclusa en aspectos tan importantes como el sujeto de la historia, puede apreciarse cómo el quehacer intelectual riguroso, desde la praxis histórica y el compromiso universitario, cuando aborda la realidad y su devenir, conlleva graves riesgos para la propia vida, pues al ser más importante lo que queda por hacer los derechos de las mayorías populares frente a las fuerzas establecidas del mundo económico, político y cultural, se producen confrontaciones de intereses entre los desposeídos y las fuerzas hegemónicas predominantes. De ahí la importancia de esa tercera dimensión horizontal que es la política que, de no estar basada en la Ética y la racionalidad, deriva en demagogia, en oligarquía o en dictadura.

¿Cuál era su dimensión de fe? La de la fe cristiana. En 1978, cuando ya tenía debatidas y clarificadas las funciones fundamentales de la Universidad, sobre la identidad propia de la UCA, Universidad autónoma de conocimiento científico, inspiración cristiana y conciencia crítica y creadora para el cambio social, escribió sobre la fe lo siguiente:

“La fe cristiana reconoce la historia como un proceso en el que se realiza la revelación de Dios y la salvación de los hombres, mediante la construcción de una comunidad cimentada en la justicia, la libertad y el amor solidarios entre los hombres. Al abrir esta historia a la transcendencia, la inspiración cristiana da lugar a toda realización humana concreta, pero se vuelve crítica a todo intento de absolutizarla.

La inspiración cristiana impulsa a una lucha contra las estructuras opresivas, en la medida en que impiden la realización de una comunidad humana en la justicia y en la libertad…

La fe cristiana, aunque busca la salvación de todo el hombre y de todos los hombres, trabaja por ella desde el pobre y el oprimido. La fe cristiana reconoce al pueblo como el lugar privilegiado desde el cual realizar su misión” [1]

Su dimensión de fe lo llevó a tomar conciencia de que la UCA, garantizado el rigor y la autonomía universitarios, tenía como misión no solo ser un servicio al pueblo, sino, en la medida de lo posible, un servicio desde el pueblo.

Esta seña específica de la UCA ha quedado también patente cuando se ha manifestado como conciencia crítica y creadora, entendiendo conciencia como un saber científico sobre y a partir de la propia realidad.

La UCA, bajo el rectorado de Ellacuría, y también ahora, ya firmada la paz y establecida la democracia formal, trata de descubrir críticamente las causas y condiciones sociales que produjeron y mantienen una situación de opresión del pueblo. Pero, además, creativamente, trata de encontrar y ofrecer ideas, modelos teóricos y técnicas, cuya realización histórica concreta pueda propiciar la existencia de estructuras más humanas y humanizadoras.

Evidentemente, una universidad de prestigio como la UCA pretende formar profesionales cualificados pero orientados hacia un futuro de desarrollo liberador de los pueblos.

En efecto, en el Discurso “La inspiración cristiana de la UCA en la docencia” (del 30 de septiembre de 1988), Ellacuría, entre otras cosas, dijo a los graduados lo siguiente:

“Una universidad de inspiración cristiana lo será tanto más cuanto más contribuya a que se vaya haciendo realidad esa utopía anunciada y prometida por Jesús, que es el reino de Dios…”

[1] [1] Ellacuría, I. Funciones fundamentales de la Universidad y su operativización, En. Escritos Universitarios. San Salvador: UCA, 1999, p.111.